martes, 27 de noviembre de 2007

Solo Ser










“... y la luz que para aquella desgraciada había iluminado el libro de la vida con sus tormentos, sus traiciones y sus dolores, desgarrando las tinieblas, brilló con mas vivo resplandor, vaciló y se apagó para siempre.”
"Ana Karenina”
León Tolstoi





Errado es creer que muchas cosas que vemos en esta época son proprias, exclusivas de este tiempo.
Cobarde es pensar, que la culpa de todas nuestras debilidades espirituales radican en el nuevo orden mundial.
Siempre han existido los bajos sentimientos del alma,
siempre ha subsistido una dualidad humana de ignorar,

olvidar en la practica lo que se dice en el discurso que se publica.

Mientras más nos acercamos a la modernidad,
a la cúspide de la tan deseada civilización “avanzada”,
mas marcada es nuestra cínica dualidad.
Queremos demostrar nuestras dotes de intelectualidad,
sedientos de encontrar ese mas allá de la materia terrestre.

Que pena me da,
que lo que normalmente nos mueve es la vanidad,
la cual efímeramente nos infla
de gloria
para después dejar inmenso y doloroso vacío.
nuestro ego no desaparece,
tiende a ser más sutil, mas lleno de sofisticación
No nos gusta admitir la verdad,
de que tenemos dificultad de apreciar lo intangible,
invisible a cada uno de nuestros sentidos
pero se vuelven físicos al enfocarse unidos,
proyectados con sinceridad
para así
dejarnos llevar del sentido del bien.
No es en lo complicado donde esta la explicación de la vida,
Si no que reposa en los principios más simples,
mas fáciles de encontrar,
los mismos que dejamos a un lado para la búsqueda del sentido de vivir,
sentimientos puros
desprendidos de las situaciones más comunes a nuestro alrededor.
Todas las cosas que nos rodean
forman parte de un todo inmenso al que solo hay que saber apreciar.
Difícil es para nuestro entendimiento funcionar de manera abstracta,
la única manera de percibir concretamente la realidad.
Pero cuando al fin nos invade la duda de sí la respuesta esta escondida en alguna parte del universo
o siempre ha estado con nosotros todo el tiempo,
nos corresponde a cada uno a enfocar la armoniosa conjunción
del todo conocido
y decidir si al fin apreciamos en toda su magnitud el significado de la vida.

De todas formas, mientras la humanidad siga existiendo como espécimen seguirá viva la pesquisa de la esencia de la vida,
de la afrenta entre el sentido del mal y el sentido del bien.
Y al final, enfrentamos la verdad de la muerte.
El momento en que reconsideramos la vida que hemos querido tener.
Y al final, que más da.
Somos lo que somos.
Solo somos humanos...

Lia
1,enero, 2001